Su especial ubicación geográfica entre Asia y Europa hace de Estambul una de las ciudades más especiales del planeta. Ser el punto de unión entre dos continentes, un territorio altamente codiciado por muchas culturas y civilizaciones, ha dejado huella en sus calles, en sus monumentos mundialmente conocidos y en su manera de ser y de vivir.
Estambul no es solo un museo viviente con un legado arquitectónico y artístico deslumbrante, sino también un ir y venir constante de gentes, de olores, de colores, de creencias… La antigua Constantinopla fue el estandarte para algunos de los imperios más poderosos de la historia. Su rastro se adivina por doquier, a un lado y al otro del Bósforo, y hace las delicias de los miles de viajeros que cada año llegan a esta urbe en busca de un esplendoroso pasado y un exotismo e incomparable belleza.
Pero no todo es historia en Estambul, el presente y el futuro son palpables también en sus calles y en la gente que las recorre. Ir de compras por la ciudad, salir de copas, disfrutar de su incesante vida cultural y artística hace que nos demos cuenta de que la milenaria Estambul se encuentra en continuo cambio, sumergida totalmente en el mundo actual globalizado. Estambul es también ejemplo de esa Turquía donde convive lo tradicional y lo moderno; nada mejor para comprobarlo que pasear por los barrios de Fatih o Gálata, contraste o evolución de un poderoso país.
Debe descubrirse también la ciudad a través de su gastronomía, tan deliciosa como variada. Oriente y Occidente se fusionan de manera magistral en las cocinas de Estambul, creando un sinfín de sabores que hará recordar la nobleza de la ciudad como un fascinante destino al que regresar.