Shanghái es la capital económica de China y una de las metrópolis más avanzadas y bellas del mundo, con un millar de rascacielos que crean en la noche un emocionante espectáculo de luces de color con sus fachadas. A ras de suelo se alternan las viejas casas shikumen y lilong, las villas y los jardines. Todo enlazado por autovías elevadas, que recorren una urbe de veinte millones de habitantes. El futuro de Shanghái se escribe con noticias sobre urbanismo, aperturas de aeropuertos y puentes colosales, trenes de levitación magnética y redes de metro que la conducen hacia la capitalidad económica de Asia y, quizá, pronto, del planeta.

El río Huangpú, en el que se cruzan barcazas y cruceros, atraviesa la ciudad cerca de su desembocadura en el Yangtsé, la vena que lleva al interior de China. La apertura del puerto colonial a mediados del siglo XIX cambió su historia. Ahora recupera el cosmopolitismo, el poder financiero y el placer de vivir que la hicieron famosa en los años 30 del siglo pasado. Si aquella época dejó el esplendor art decó en los edificios del Bund, Shanghái ha renovado el liderazgo arquitectónico en el distrito financiero de Lujiazui, con las torres Jin Mao, World Financial Center y Oriental Pearl. Shanghái respira naturalidad, comodidad y seguridad cotidianas que invitan a disfrutar a fondo, a precios asequibles, de una ciudad incomparable.