La formación del archipiélago empezó hace aproximadamente ocho millones de años con una sucesiva erupción de volcanes en el océano que fueron formando las islas en diversas etapas, hasta hace unos 260.000 años. A pesar de ser consideradas las islas más jóvenes de la Macaronesia, las islas Azores poseen un patrimonio único que se traduce en una sola palabra: «Naturaleza». Su flora permaneció intacta hasta la llegada del hombre en el siglo XV, lo que permitió que esta se conservara durante miles o incluso millones de años. A pesar de la acción humana —que empezó en el momento en que fue necesario explorar terrenos para optimizar las condiciones de vida de los primeros pobladores—, parte del bosque de laurisilva, de valor inigualable, se ha mantenido hasta nuestros días.
El clima húmedo, la insularidad y el vulcanismo originaron un paisaje que se cubre de verde durante todo el año y donde el mar es el más alejado horizonte. Gracias a su biodiversidad, tres de las islas —Flores, Graciosa y Corvo— fueron catalogadas como Reservas de la Biosfera y, recientemente, las Azores fueron consideradas, de entre una selección de 111, como el segundo mejor archipiélago del mundo para el turismo sostenible. Su extraordinaria naturaleza, su patrimonio arquitectónico y la maravillosa hospitalidad de sus habitantes hacen de estas islas un lugar único.