Praga es un destino imprescindible para cualquier viajero por el encanto único que posee la ciudad, por su romanticismo y su patrimonio monumental. La escala humana del centro invita a recorrerlo a pie, adentrándose en los pasadizos medievales y descubriendo sus edificios barrocos detenidos en el tiempo. La ciudad está llena de miradores desde los que se contempla a sí misma, desde el puente de Carlos o desde el castillo se pueden admirar los cien pináculos de sus torres y los puentes sobre el río Moldava.
Praga se ha convertido en una ciudad espectáculo, visitada por gentes que llenan sus calles de una multitud cosmopolita. Cuando cae la noche y las estatuas del puente de Carlos se recortan contra el crepúsculo, empieza la vida nocturna de Praga, llena de experiencias intensas en las terrazas de los restaurantes, en los veladores de los viejos cafés, en los teatros y conciertos o en la ópera, en alguna de las mayores discotecas de Europa Central o en los cálidos clubes de jazz. Una ciudad palpitante llena de historia que mira al futuro con ambición.